30 abr 2012

E-piso-dio 008 · 1997 Rescate en Nueva York

(14-10-1996) Como cantaba Bob Geldof con su grupo The Boomtown Rats, y parafraseando a aquella asesina de San Diego llamada Brenda Ann Spencer (el nombre lo he tenido que buscar en la Red) que un buen día se levantó y comenzó a disparar al azar a diestro & siniestro para animarse el día con una escopeta que le había regalado su padre, cuando al ser preguntada por qué lo hizo dijo: I don´t like Mondays… Supongo que esto es algo que se podría equiparar a todos los estudiantes (me refiero a que no nos gusten los lunes, no a lo otro, claro está, sólo al alcance de algún que otro pirado); pues este lunes, para mí, es especial, cuanto menos diferente al resto… de mi vida. ¡A mis 18 años tengo móvil! No me lo creo: de traca mix. Menudo regalazo nos ha hecho mi madre a mi hermana y a mí este fin de semana, que dejamos de jugar con los walkie-talkies hace unos añitos, y ahora vamos a poder hacer y recibir llamadas y, encima, enviar mensajes; ah, y también recibirlos. Yo que años atrás miraba los teléfonos inalámbricos militares que salían en el Equipo A, estilo ladrillo, y me decía: Algún día la tecnología avanzará y tendré uno entre mis manos. Y ahora lo observo, investigo y actualizo la hora, con su pantalla tamaño sello de correos y sus teclas que se iluminan cuando las pulso… y esa antenita tan mona de color negro a juego con la carcasa trasera del celular. El frontal es azul eléctrico por la parte de abajo y verde pistacho por la de arriba. ¡Que maravilla!
   Igual hace unas décadas se pensaba que el Mundo iba a evolucionar mucho más deprisa todavía y que en su futuro inminente (nuestro presente actual) la gente se transportaría en coches voladores o comería cápsulas concentradas al estilo pastillas para el caldo de Maggi, pero no como complemento, sino como alimento total. ¡Ja! donde esté un buen chuletón... Mientras, la Humanidad, subida en este Planeta en peligro de extinción, no parece que gire como ellos suponían antaño que lo haría; y mira que Internet dicen que va a ser lo más grande del siglo XX, pero bueno, nada que ver con como veía el principio del siglo XXI, a finales de los años 60, el gran maestro Stanley Kubrick en su 2001: una odisea del espacio. Una película que se estrenó antes de que, presumiblemente, pisara el hombre la Luna por primera vez (y última hasta le fecha). Alberto dice que este hecho es mentira y una invención de marketing para poder decir ’Nosotros fuimos los primeros. Ahí está nuestra bandera que lo demuestra’, y que se grabó en el desierto de Arizona… basándose en la propia película de Kubrick. ¡Vaya tela con la Guerra Fría!, que a mí me deja helado.
   O las comunicaciones que, a principios de los 80, John Carpenter nos mostraba en su futuro apocalíptico de 1997: Rescate en Nueva York. ¡Brutal! Con Kurt Russell como Snake Piissken, un convicto exmilitar condecorado, más chulo que un ocho, con su parche en el ojo izquierdo y chupa de cuero, que tiene como misión suicida salvar al Presidente de los Estados Unidos de América, raptado por los rebeldes. Un Presidente que a día de hoy, en 1996, baila la coreografía de La Macarena: un tema tipical spanish, y muy pegadizo, que se está vendiendo como churros. Con lo cual, me parece a mí, que no debemos haber avanzado tanto como los visionarios pensaban que lo haríamos… si en la primeta potencia mundial, en plena campaña electoral, danzan al ritmo de Los del Río. ¿Esto es eso que llaman 'progreso'? Entonces, ¿qué será lo próximo? Bueno, en mi caso estar al loro porque si se me acaba el crédito tengo que ir a recargar la tarjeta a la tienda más cercana de mi compañía telefónica. Y ahora a clase… eso sí, con el móvil en silencio, por si acaso me llaman los de Amena para que me haga de contrato: ¡Qué pesados!

25 abr 2012

E-piso-dio 007 · Al Servicio Secreto de su Majestad

(09-10-1996) Si yo fuese James Bond me matarían en el Prólogo. Y ya que escribo normalmente de cine, y no de literatura, estoy convencidísimo de que no llegaría ni a los títulos de crédito iniciales, con el tema principal sonando, donde se ven las siluetas de esas muchachas tan esbeltas & exuberantes dando saltitos y  equipadas, únicamente, con un bikini y una Walter PPK. Y es que no me veo yo actitudes ni aptitudes para ser agente secreto: me iban a pillar a las primeras de cambio, y no soportaría que me torturasen, porque tengo muchas cosquillas en los pies y bastante más en otras partes del cuerpo... que no vienen a cuento.
   Hoy voy más tarde a la Universidad, así que ahora tengo tiempo para reflexionar en palabras: Poco más de una semana de clases y me surgen las primeras dudas existenciales sobre si he elegido correctamente la Carrera... que voy a estar estudiando unos cuantos años (deseo que no sean muchos, pero espero y asumo que tampoco serán pocos, porque me conozco y no me quiero engañar: nunca he sido un gran estudiante, de los de encerrarse en casa a pelarse los codos y no parar hasta aprenderse la lección; yo si me encierro es para ver pelis antiguas o una marathon de Friends). Indirectamente tiene mucho que ver Alberto, escribiendo en broma, que me pica cuando volvemos a casa y me cuenta lo requetebién que se lo está pasando en clase y lo enrolladísimos que son sus profesores; ayer, por ejemplo, debatieron sobre cuál era el mejor James Bond de la Historia. Sus clases son más prácticas y las mías más teóricas… aunque yo siempre he sido más racional y él mucho más instintivo, impulsivo, y estoy seguro que será un grandísimo actor, aunque él se engañe convenciéndose de que quiere dirigir cine. ¡Con lo crack que es el tío para la interpretación!
   En lo que sí coincidimos los dos, como en tantas y tantas cosas y más si se trata del 7º Arte, es que el mejor James Bond llevado a la gran pantalla es Sir Sean Connery. A mí personalmente de los 5 oficiales es el que más me transmite ese espíritu canalla, juguetón y, a su vez, fiero y despiadado que se le presupone al agente del MI6 británico… con licencia para matar, pero el nuevo Bond, Pierce Brosnan, también mola, y no sé si es porque ya tenía ganas de 007 o porque encarna a la perfección la elegancia de caballero inglés que necesitaba imperiosamente el personaje creado por Ian Fleming después del paso de Roger Moore & Timothy Dalton. No sé, pero me gusta. Y su GoldenEye, lavado de cara y de imagen brutal pensando en el nuevo milenio que está al caer, ha funcionado de maravilla en taquilla, así que tenemos nuevas aventuras, y nuevos gadgets, aseguradas para los próximos años. Nota importante: Pierce Brosnan pudo ser James Bond en los años 80 pero su compromiso ineludible con la serie (que me encantaba) Remington Steele fraguó la operación... que hubiese sido de traca mix. El tío desde luego ya apuntaba maneras.
   Confieso que mi película preferida de toda la saga es 007 Al Servicio Secreto de su Majestad, con George Lazenby como James Bond: otro día explico el por qué. Y la favorita de Alberto es Diamantes para la eternidad, casualmente la séptima, pero todas tienen algo que las hace únicas. La primera que fui a ver al cine con mis padres y mi hermana fue Panorama para matar, en 1985, aunque de aquella tarde no recuerdo gran cosa, sólo que acabé con dolor de tripa de zampar palomitas y mi madre se pensaba que tenía apendicitis (años después sería al revés: tenía apendicitis mientras en casa se pensaban que lo mío era un empacho), pero como la he vuelto a ver, como todas varias veces, me acuerdo de lo fundamental en estos casos: la canción, la chica, el malo… y si hay mala, la mala (que comienza de esbirra del villano que quiere acabar con el Mundo y acaba rendida en los brazos del único hombre capaz sobre la faz de la Tierra de paralizar a su adversario bajándole la chaqueta para inmovilizarle y dándote un toque de gracia* de kárate entre el cuello y la espalda para dejarte grogui sin sentido). ¡Madre mía! Por eso es Bond y no un espía abrazafarolas de Serie B como lo sería yo.

*Advertencia: Si este diario cae en manos enemigas... amigos, esto no lo prueben en sus casas porque acabarán fracturándose varios huesos de la mano (hay tantos, que no les sabría decir cuáles exactamente).

22 abr 2012

E-piso-dio 006 · El Castañazo

(06-10-1996) A la pregunta ¿qué deporte practico con frecuencia? La respuesta es ninguno. Finalicé el BUP hace dos años y se acabó para mí, c'est fini, sudar por motivos que no sean del tipo ‘voy a perder el autobús como no me espabile’ o ‘no veré los trailers en el cine si no me doy prisa’, y es que hace aproximadamente 715 días colgué las botas, mejor dicho, las Converse. A todo esto tengo que decir, mejor dicho escribir, que me gusta llegar puntual a los sitios y me molesta bastante la impuntualidad, por eso si se tiene que correr, se corre, pero ya está: no aspiro a ser Olímpico en Sydney 2000 ni a ganarme la vida con ello; lo más parecido a Carl Lewis que he tenido es que una vez abrí las manos mientras corría para ver si así cortaba el viento y llegaba antes... En fin, parecía Forrest Gump.
   Si me pregunto si sirvo para alguna actividad física más allá de lo comentado arriba de correr para no llegar tarde, podría confesar que me sé las reglas del fútbol desde pequeño y también las del basket desde hace menos tiempo, ah, y además conozco las de tenis, que se basan en el Primer Principio de McEnroe: La Bola entró. Si bota fuera es punto para el otro. Con lo cuál podría ser arbitro de estas tres modalidades deportivas: eso sí, con gafas, porque me molestan las lentillas. Como dijo Woody Allen en su Annie Hall "No me aceptaron en el ejército, fui declarado inutilísimo. En caso de guerra sólo podría ser prisionero."
   Todos los veranos, coincidiendo con las Fiestas de Benicàssim en septiembre, para Santo Tomàs, en el apartamento de Alberto* se organiza un partido de baloncesto entre Solteros y Casados, y yo siempre he sido un fijo como invitado en el equipo de los primeros, formando lo que se conoce como el fondo de banquillo, para jugar los minutos de la basura, cuando todo ya está resuelto. Pues hace dos años aquel encuentro, que a priori es un evento festivo donde las madres bajan con pompones y Gin-tonics para animar a sus esposos y las hijas ponen banda sonora mientras hacen fuerza desde la grada para que pierdan sus padres, se descontroló por completo, se nos fue de las manos… mejor dicho: se llegó a las manos. ¡Y es que hay gente, amargada no sé si por su matrimonio o qué, pero que no sabe perder! La pista se convirtió en un ring de lucha libre, más concretamente aquello parecía una Royal Rumble de principio de los 90, con Hulk Hogan, El Último Guerrero, Mr. Perfecto y El Enterrador. Esguinces de grado 3, dientes rotos, ojos morados, camisetas destrozadas, mis gafas voladoras por los aires (que acabaron con un esparadrapo en medio, partidas por la mitad)… Todos vivimos en primera persona la película de Paul Newman El Castañazo. ¡Mareee, qué desastre! El Presidente prohibió más partidos hasta nueva orden. Y este agosto pasado nos reunió a todos, tras un año de abstinencia deportiva, miradas asesinas y silencios incómodos, y nos propuso volver… volver, con la frente marchita las nieves del tiempo platearon mi sien. Sólo que el partido se tuvo que suspender por la lluvia hace dos semanas y quedamos que el primer fin de semana de octubre, si el tiempo acompañaba, lo jugaríamos, mentalizados para no repetir aquel lamentable espectáculo. Y aquí estoy, en el apartamento de Alberto, que se está poniendo sus míticas Kelme Villacampa para bajar a darlo todo vs los Casados. Emilio se ha venido con nosotros a pasar el finde, pero dice que él no juega, aún con resaca de ayer sábado que dimos una vuelta por ahí, y que se unirá muy gustosamente a las animadoras, sean jóvenes o maduras, le da lo mismo que lo mismo le da, lo más importante para él, dice, es participar.
   Guardo este texto y allá vamos: se prevé un duelo con más tensión que un Barça-Madrid de fútbol, pero espero que la sangre no llegue al río, en este caso al mar, al mar Mediterráneo. Yo por si acaso hoy jugaré sin gafas, a lo Magic Johnson, dando pases sin mirar. Como dice el gran Andrés Montes: I love this game

*Alberto y yo nos conocimos en Benicàssim, de pequeños, cuando un buen día saltó a mi antigua villa en busca de un balón que se le había colado en mi patio. Él veraneaba en el apartamento colindante a mi casa de veraneo, enfrente del Torreón. Y, a pesar de los 300 kilómetros de distancia, nos hicimos los mejores amigos del Mundo.

19 abr 2012

E-piso-dio 005 · El Club de los Cinco

(03-10-1996) Siempre he pensado que nuestros acontecimientos más importantes en la vida, los buenos, los malos y los cotidianos, tienen una banda sonora que los dota de cierta personalidad y los hace exclusivos, e incluso en algunos casos también hasta una película que nos viene al pensamiento al conmemorar aquella situación... y entonces suspiramos; es pues cuando el momento queda inmortalizado para siempre.
   Me cuenta mi madre que, tenía yo 8 años (nunca olvidaré esa edad, aunque no la recuerde tanto como me gustaría...), estaban dando un sábado cualquiera por la tarde la película de la sobremesa y nada más comenzar, después del himno generacional Don't You Forget About Me’ de Simple Mind, aparecieron en la televisión unas palabras en inglés que no entendí, ni siquiera me dio tiempo a seguir su traducción superpuesta al castellano, por eso le pregunté a mi padre qué ponía ahí. Él me apuntó que aquello, firmado por un tal David Bowie, seguro que era de una de sus canciones, pero que no sabía de cuál se trataba ya que solamente pudimos ver, y muy rápido, parte de la letra. Me estuvo contando que aquel tipo era un crack... probablemente el mejor cantante del momento junto con un showman con bigotito de otro grupo inglés llamado Queen... Do you remember who is he? Todo esto fue antes del Mundial de México’86: el primero del cual tengo recuerdos memorables más allá de Naranjito en el 82. Por cierto, la peli era El Club de los Cinco.
   Y aquella instantánea familiar en el sofá de mi casa ha pasado por delante de mí esta mañana en clase, cuando el profesor de Lenguajes Comunicativos Escritos y Audiovisuales nos ha sugerido que cerrásemos los ojos y pensásemos en cuáles eran nuestros primeros recuerdos de cuando éramos pequeños. Viendo fotos en Castellón todos estos años pasados he trazado un mapa espacial de mi infancia desde muy pequeño, pero hoy se ha manifestado aquello en mi cabeza, sin venir a cuento... y entonces he pensado en cuál sería la dichosa canción de David Bowie, y he sentido curiosidad por saber qué significaban aquellas palabras que anteceden a la película... Y por eso ahora estoy aquí, intrigadísimo, escribiendo esta historia que persigue su banda sonora mientras en Internet trato de, jugando a aquel concurso que presentaba Constantino Romero en el cuál había que resolver varias preguntas y la respuesta de la primera te llevaba a la segunda y ésta a la tercera... creo que se llamaba El Tiempo es Oro, averiguar sin enciclopedias de qué tema musical se trata. Allá voy: pongo en el buscador El Club de los Cinco, David Bowie y canción. No encuentro resultados favorables a mis intereses. Entonces se me enciende la bombilla e imagino que igual si lo pongo en inglés obtengo el premio gordo; entonces escribo The Breakfast Club (sí, ese es su título original), David Bowie y song... y “tatatachán”: And the title is ‘Changes’. ¡¡¡Bien por tí, Andrés!!! Ya lo tienes. Ya tengo la letra y ahora solamente me falta saber qué dice. Busco un traductor y, mientras, recuerdo que en aquella película en la que cinco adolescentes rebeldes, que están castigados por diferentes motivos un sábado en el aula de estudio de su Instituto, descubren que ninguno de ellos quiere ser como sus padres. Todo un clásico ochentero. Entonces suspiro... A mí me encantaría parecerme a los míos.

“... And these children that you spit on
As they try to change their worlds
Are immune to your consultations
They're quite aware of what they're going through.”

“... Y estos niños que escupen
A medida que tratan de cambiar sus mundos
Son inmunes a sus consultas
Son muy conscientes de lo que está pasando.”

16 abr 2012

E-piso-dio 004 · La Guerra de las Galaxias

(30-09-1996) Cuando volví ayer por la tarde de Castellón, en la habitación de mi nuevo compañero Emilio pude observar, perplejo y paralizado, una figura a tamaño real de un Soldado de Asalto Imperial blanco: ¡Vaya tela! Le pregunté si era fan de Star Wars y me dijo que no especialmente, que había sido un regalo de su padre cuando cumplió los 15 años y que siempre lo había llevado detrás, mudanza tras mudanza. ¡¿Qué cosas, verdad?! A mí que me llevaron al zoo y me hice una foto con un chimpancé en mis brazos colgado de mi cuello.
   Tras admirarlo (¡a escala 1:1!) le insistí que el día que él quisiera podíamos ver La Guerra de las Galaxias, que hacía poco que me había comprado la trilogía en video original, a lo que él me preguntó: ¿Esas pelis son de Spielberg, verdad? Porque desde Tiburón me encanta ese tío. En fin, aclarado que el padre de la criatura galáctica es George Lucas, me estuvo explicando que él aún no tenía muy claro qué iba a estudiar este año, y que si no le cogían en nada interesante haría algún Master, aún por decidir: pero como no sabe ni entiende el catalán, el cerco se reduce considerablemente. Tampoco quise profundizar mucho más en el tema: La impresión que tengo es que a este chico ni le apetece ni le hace mucha falta estudiar nada de nada, y no lo digo por el mero hecho de adquirir conocimientos en algunas materias (que acaban por olvidarse, como el latín o la trigonometría), sino porque creo que, además de que está forrado de duros y pesetas, tampoco le veo yo mucha traza para tomarse en serio una Carrera o cualquier cosa en la vida.
   Por comparar (aunque suelen ser odiosas) diré que Alberto, al que conozco desde que éramos pequeños, sí tiene cierta coherencia en cada cosa que hace, en cada decisión que toma, pero Emilio, que sólo de hace dos días y uno de ellos nos lo pasamos de fiesta cantando hits de la España Yeyé, es más Viva la Virgen… eso no quita que me parezca un buen tipo, aunque un tanto tarambana y bastante diferente a nosotros dos. No sé… a Alberto le considero un genio y a Emilio, por lo poco que sé de él, más bien un figura: una especie de Han Solo en Star Wars. Alberto sería un Caballero Jedi como Obi-Wan Kenobi y yo, yo pues estaría entre Luke Skywalker unos días y Chewbacca otros, depende de cómo me levante.
   Hoy es lunes y me he despertado con ganas de escribir algo más que no sea este diario personal, pero aún no tengo muy claro ni definido qué podría ser: si un relato corto o una especie de memorándum que perdure por los siglos de los siglos... ja vorem. Por ahora, y a la espera del miércoles que empezamos las clases, Alberto me ha dicho que vamos a hacer turismo como guiris y conocer un poquito mejor Barcelona, que me parece una ciudad increíble y fantástica a la par. Sobre todo me apetece mucho saber un poco más de Gaudí y de todo lo que este maestro hizo por aquí: Creo que la primera parada será La Casa Batlló, obra clave junto con La Sagrada Familia de su arquitectura modernista, situada en el Passeig de Gràcia, y después muy cerca de allí iremos a La Casa Milà, conocida como La Pedrera, que significa 'cantera' en catalán. Y es en La Masia, situada al lado del Camp Nou, un edificio mucho más contemporáneo, donde viven, estudian y entrenan los canteranos del Barça, que aunque no tenga nada que ver... ¡De las cosas que se entera uno!
   Ahora, antes de irnos, "navegaré" un rato por Internet (este nuevo y apasionante Mundo que estoy descubriendo) y después me prepararé un bocata para el camino... pero antes quiero ir al baño, que estoy un poquito estreñido desde que vi el pedazo muñequito de Star Wars y allí, in situ... ¡Que la fuerza me acompañe!

13 abr 2012

E-piso-dio 003 · Abierto hasta el amanecer

(27-09-1996) Nos las creíamos muy felices Alberto y yo, ayer a eso de las 18 h. de la tarde, cuando volvimos del videoclub de alquilarnos Abierto hasta el amanecer, una road movie con vampiros y George Clooney, el guaperas de la serie Urgencias, que nos han dicho que es de traca mix, dirigida por Robert Rodríguez, el de El Mariachi, y escrita por Quentin Tarantino, uno de nuestros directores preferidos tras su Reservoir Dogs y la deslumbrante Pulp Fiction, la mejor película que yo he visto en muchísimos años. Pues bien, si hay una gran, grandísima diría yo, diferencia entre el Instituto y la Universidad esa es los jueves: Los Jueves Universitarios. Pero retrocedamos 72 horas para entender por qué ahora, viernes a las 13:35 del mediodía, tengo una resaca brutal…
   A las pocas horas de colgar en el tablón de anuncios de la Universidad el cartelito de “Se busca compañer@ de piso…” nos llamó repetidamente Emilio, pero estábamos en casa de los padres de Alberto y no lo escuchamos, claro está. Ah, por cierto, Emilio es nuestro nuevo compañero de piso. Los hechos sucedieron así: Como no le cogimos el teléfono, ayer por la mañana nos picaron al telefonillo de debajo, para nuestra sorpresa, y se presentó un tipo bastante curioso, y vestido muy moderno, de nuestra edad que nada más abrirle la puerta nos soltó, textualmente:
   - Si ya tenéis alquilada la habitación yo os pago el doble de lo que os den por cada mes durante todo un año. Por cierto, me llamo Emilio y he sido él que os ha estado llamando...
   Nosotros, sinceros e inocentes, le dijimos que aún no habíamos hablado con nadie, y como él insistió tanto y nos confesó que había estado llamando durante todo el martes y también la tarde del miércoles, que nos fuimos al cine aprovechando el Día del Espectador a ver Todos dicen I love you, un musical de Woody Allen con un reparto muy coral, pues le dimos la oportunidad de establecerse unos días a ver si la cosa funciona porque, la verdad, nos cayó bastante simpático a las primeras de cambio. Ahora bien, si la cosa funciona así siempre… ¡yo me meto en un convento hasta que acabe la Carrera... por la gloria de mi madre!
   A la hora de comer él ya había ocupado su habitación y por la tarde, cuando nosotros bajamos al videoclub, nos comentó que se iba al supermercado a comprar algunas provisiones. ¡¿Provisiones?! Sí, hombre: avituallamiento nocturno para ser más exactos. Pero volvamos al momento en el cual tanto Alberto como yo nos frotábamos las manos al cruzar el umbral de nuestro nuevo hogar, dulce hogar, con unas ganas enormes de ver la cinta que aún no hemos podido ver y, de repente, de la cocina salió Emilio sonriente, que había llegado poco antes, haciéndonos un gesto con su mano derecha para que pasásemos y viésemos el espectáculo. Y, ante nuestro asombro al ver tantas bolsas de la compra y tantas botellas juntas, nos dijo convencido:
   - Como no sabía que os gusta he comprado de todo un poco: tenemos Whisky, Vodka, Ginebra, Ron y Martini de los dos tipos: rojo y blanco… y además también he pillado refrescos y hielo.
   ¡Ni unas papas o unos míseros cacahuetes compró el tío! Unas horas más tarde estaba yo cantando descamisado ante un público entusiasmado ‘Vivir así es morir de amor’ en el tablao del Karaoke cutre que hay cerca de Plaza Catalunya, por la parte de la Fuente de Canaletas -Font de Canaletes-, donde acabamos refrescándonos al alimón… Y es que no hay nada como el alcohol para unir lazos entre aficiones: Alberto es culé de nacimiento… pero muy muy del Barça; Emilio si tiene que elegir elige ser merengue porque hace tiempo estuvo viviendo en Madrid e hizo mucha amistad con un canterano madridista, pero pasa bastante del fútbol y lo que a mí me parece es que a él lo que le gusta es incordiar; y yo tengo el corazón albinegro ya que mi padre, de pequeño, si podía, me llevaba a ver algunos partidos del C.D. Castellón y le cogí cariño a esos gloriosos colores, aunque reconozco que tampoco soy muy futbolero. Lo dicho, una típica velada donde se desborda la exaltación de la amistad y acabas haciendo cosas que, cuando alquilaste una peli para pasar la noche tranquilo en casa, nunca imaginarías que ibas a hacer.
   Que ¿cómo llegamos a casa?… No lo sé. ¿Cuándo? Tampoco, pero estaba amaneciendo. ¿Dónde estuvimos? Tengo lo que se llaman lagunas en mi cabeza y no me acuerdo realmente del lugar: igual es porque era mi primera vez allí o igual por la retahíla de chupitos de trago que nos fuimos tomando, eso sí, había un ambiente Erasmus bastante descontrolado. ¿Volvimos solos? Creo que no, lo que no sé si habrá sido un sueño o qué pero me ha parecido escuchar a mis dos compañeros hablando en inglés a su manera con un par de chicas que tenían un acento bastante raro, más bien tirando al Norte de Europa, diría yo. ¡Qué desastre! Y como todavía están durmiendo no les quiero molestar ni despertar para preguntarles por lo sucedido ayer, eso sí, yo en un par de horas me voy a Sants a coger un tren que este finde me bajo a Castellón a ver a mi familia, con un dolor de cabeza es-pec-ta-cu-lar...
   Valoración de la noche de ayer: ¡Madre mía! a mí no me engatusan ningún jueves más éstos dos que, además, siempre soy el único que no se come ni un colín.

11 abr 2012

E-piso-dio 002 · La Jungla de Cristal

(25-09-1996) Lo reconozco: soy lo que vulgarmente se conoce como “de pueblo”. Y no es que considere que mi ciudad, Castellón de la Plana, capital de la provincia de Castellón y de la comarca de la Plana Alta, sea un pueblo, no… ni mucho menos, lo que pasa es que yo, que no he visto mucho Mundo, por ahora, cada vez que salgo de casa la lío… y espérate que pronto me va a tocar coger el Metro a mí solito, y entonces sí que voy a parecer un paletillo total (lo del Metro es un tema muy personal, que en cuanto lo pise sé que me va a entrar pavor o miedo escénico: ¿Y ahora qué, me voy a la derecha o a la izquierda?). Pues si hasta ahora lo peor había sido perderme este verano en el aeropuerto del Prat, aquí en Barcelona, e ir a Llegadas cuando me esperaban en Salidas*, ha sido comenzar el otoño y liarla parda en la Universidad. Más concretamente en su cantina.
   Antes de ayer, el lunes, fue el primer día que pisé mi nuevo y majestuoso Campus, que está en Bellaterra (Cerdanyola del Vallès) a unos 30-35-40 minutos del centro en coche (algo más de 20 kilómetros) pero con los atascos matutinos que nos estamos desayunando nunca se sabe... También se puede ir en tren e imposible ir andando. Creo que el Metro no llega hasta allí, pero se lo tengo que consultar a Alberto, que por suerte también va a estudiar Comunicación Audiovisual en el mismo recinto que yo, así que cuando él quiera iremos en su coche y cuando no en ferrocarril o en autobús, que he visto que tenemos una parada debajo de casa… Por cierto, menudo pedazo de Campus: ¡Brutal!, pero vamos a lo que vamos. La mañana fue un poco de puertas abiertas y había alumnos de otros años que, por grupos, te iban enseñando las instalaciones y diciéndonos dónde nos íbamos a tener que matricular al día siguiente y en qué planta estaban nuestras clases, etc… Pasé esa jornada un poco desorientado pero bien, sin sobresaltos, ya que casi todo el rato estuve con Alberto. Por la tarde fuimos a ver a sus padres, que me tienen y les tengo un montón de cariño, y por la noche, ya en casa, tuvimos sesión triple de La Jungla de Cristal: vimos la 1, la 2 y la 3, que acaba de salir en video. "Yippee-ki-yay, motherfu...". ¡Menudo genio Bruce Willis!
   Ayer martes la cosa cambió substancialmente. No madrugamos en exceso para volver a la Universidad (Autónoma de Barcelona) a matricularnos ya que Alberto tenía cita a las 11:30 h. y yo a las 12 h., así que ponle que llegamos a las 11 h. y, aprovechando el viaje, mientras él se iba a lo suyo, como yo tenía un poco más de tiempo me dirigí a la cantina a colgar un anuncio que habíamos preparado a ordenador en el cuál poníamos que estamos buscando compañero o compañera de habitación, bueno, mejor dicho, buscamos a alguien que ocupe la habitación que nos sobra del nuevo piso, que no sé si lo he dicho ya pero ¡es que el nuevo piso es de traca mix! Allí me tomé con tranquilidad un café-bombón (y no es que en la Universidad tengan lo que “nosotros”, los castellonenses, conocemos como bombón, es decir, café con leche condensada, pero como ya me había advertido mi hermana, que este pasado verano estuvo haciendo un curso de Diseño aquí, pues me traje los sobrecitos de casa con la leche condensada y así me preparo los míos, de bombones) y me subí a matricular. Cuando acabase había quedado con Alberto en la misma puerta del bar para comer juntos, de ese modo íbamos tomando más contacto con la verdadera vida universitaria, y así fue: él se llevó un bocata de butifarra catalana con el pan con tomate –pa amb tomàquet- y yo llevaba uno de albóndigas también con tomate, pero frito, que me encanta, de un tupperware que me había preparado mi madre. Pues como me iba contando… ¡Qué desastre! Que no vi el cartel que había encima del microondas donde ponía Si us plau, no introduir menjar amb paper d'alumini, es decir, Por favor, no introducir comida con papel de aluminio. Metí mi bocadillo, giré el indicador del tiempo entre el minuto y medio y los dos y fui a preguntarle a Alberto, que estaba en la barra pidiendo unas Coca-Colas, si sabía dónde podíamos comprar patatas fritas… y entonces se comenzaron a escuchar los gritos y las avalanchas se sucedieron de ipso facto, con la gente atemorizada poniéndose las manos en la cabeza contemplando el esperpento y la violencia de las llamas. No, no fue exactamente así, pero dándole un toque dramático mola más. La verdad es que sí, me tuvieron que avisar porque del microondas salía fuego acompañado de bastante humo... y yo me quedé sin bocadillo de albóndigas.
   Lo del bocata era lo de menos: lo peor fue el ridículo que hice, porque al microondas creo que no le pasó nada ya que las llamas salían del papel de aluminio… me parece, no lo tengo muy clarinete. Pero lo que más me molestó es que un grupito de tías que rondaban a Alberto en el momento del incendio le dijeran irónicamente: Cómo se nota que tu amigo es de Valencia eh (lo decían por las Fallas, jaja, me parto). ¡¡¡Y yo no soy de Valencia… soy de Castellón!!!

*En mi defensa diré que fui a la Salida de Emergencia de las Llegadas… en fin, yo vi Salida y ahí que me fui; como si no hubiese tenido bastante en el Instituto.

9 abr 2012

E-piso-dio 001 · Beautiful Girls

(22-09-1996) Mi desembarco en Barcelona de esta mañana ha sido brutal: Alberto, junto con su hermana pequeña Angels, me ha venido a buscar a la estación de Sants en su Seat Ibiza rojo y en cuanto me ha visto salir por la parte de los taxis me ha gritado: ¡¡¡Habemus piso!!! En 5 canciones ya habíamos llegado aquí, a nuestro nuevo hogar en la Ciudad Condal: su tía, recién separada o divorciada, no me ha quedado muy claro, nos alquila un piso genial en la calle de Aribau. Por cierto, los casetes que graba Alberto son de traca mix: Oasis, Blur, Queen, U2 y The Beatles en el paseo de hoy. Y yo voy a tener que empezar a mirar también de sacarme el carnet de conducir…
   Como éste es mi diario personal (sin saber todavía si escribiré todos los días… lo digo por lo de “diario”) no hace falta que me presente… del todo: me llamo Andrés, tengo 18 años, soy de Castellón y he venido aquí a Barna, como hoy me he enterado que también llaman a la ciudad, a estudiar Periodismo porque me apasiona escribir y, aunque aún no tengo muy claro qué me deparará el futuro, me gustaría vivir algún día de mis palabras, de mis historias, al igual mi padre, pero como no poseo ni la mitad de la mitad de su gracia innata por ahora dejaré de lado la comedia, me centraré en la Carrera y luego ja vorem. Para empezar, el Mundo está fatal: venimos de la Guerra de los Balcanes y nos metemos a saco en Irak… y yo no quiero ser un mero espectador de lo que “los que manejan los hilos desde arriba” quieren y hacen que sea noticia, aunque con mi compi eso va a ser imposible, porque si fuera por él ya estaríamos en la calle protestando pacíficamente contra el Sistema, y no es que seamos Anti sino mejor dicho A, porque ni él ni yo creemos mucho en todo este tinglado: aunque él bastante menos que un servidor, aprendiz de revolucionario.
   ¡Qué maravilla! Esto es lo primero que escribo a ordenador en un procesador de texto, como se llama a estos programas informáticos, porque hasta ahora todo lo que había hecho descansa en diferentes libretas de gusanillo y hojas sueltas, pero aprovecho que Alberto, mi mejor amigo de siempre, me deja utilizar el suyo para dar forma literaria a mi vida; él dice que lo utilice cuando quiera pero que tenga paciencia que se queda bastante “colgado”, aunque a mí me parece que este Pentium Pro es una auténtica bala. ¡¡¡Ay estas nuevas tecnologías del futuro!!!
   Llevaba yo (mucho) tiempo queriendo escribir algo más intimo, como estas palabras, pero me faltaba esa chispa adecuada de la que habla la canción de Héroes del Silencio, y la he encontrado esta noche en el cine: nuestro primer día aquí y, como no podría ser de otra manera, Alberto y yo, mano a mano y con palomitas dulces de esas tan buenas que venden en bloques, hemos ido a ver la que por ahora es ya uno de mis películas preferidas contemporáneas: Beautiful Girls. Una sensación que no puedo explicar ni expresar realmente bien invade y recorre mi cuerpo, y una actriz de más o menos la edad de Angels, que ya la había visto yo en El Profesional (León), nos ha dejado a ambos boquiabiertos; bueno, ella y Uma Thurman, pero por diferentes motivos. Su nombre es Natalie Portman y no tengo palabras. ¡Como esta chica siga así algún día le darán un Oscar! Reconozco que en el patio de butacas se me han saltado las lágrimas.
   Un día en Barcelona y ya echo mucho de menos a mi familia: a los tres (un poco más de lo habitual). Mañana lunes, bueno en unas horas, vamos a la Universidad ya que es jornada de puertas abiertas: estoy un poquito acojonado pero tengo muchas ganas de comenzar, a ver qué tal las clases… y mis nuevas compañeras. Así que por hoy ya basta: a dormir, que son casi las 2 de la madrugada. Buenas noches desde mi nuevo piso y hasta pronto, que seguiré escribiéndome… (No sé muy bien cómo se despide uno de su diario, así que esto es lo que hay).

Nota importante: Comprar pilas para el walkman, que se me deben estar agotando porque ya no me rebobina las cintas.