(23-10-1996) ¡¡¡Cuánta razón tenías
Andy Warhol!!!: “En el futuro, todos tendremos 15 minutos de fama”. El quid de
la cuestión es cómo administrarlos.
La vida real no es como
el final feliz & perfecto de Pretty Woman cuando el príncipe,
a ritmo de ópera y en limusina, va a rescatar a la princesa de su torre en el
castillo del Reino encantado. ¡Estas cosas solamente pasan en las películas (y
en contadas ocasiones en la vida real)! Por eso yo nunca he creído en el amor a
primera vista, por su falta de reciprocidad; bueno sí, a veces sí... Sí que
creo en el amor a primera vista cuando veo una película y me encanta, escucho una canción o
me como un pastel hecho por mi madre, pero entre otra persona y yo, no. Más de
una vez, en el Instituto, me sentí como el magistral Bill Murray tratando de ligarse a
Sigourney Weaver en Los Cazafantasmas... pero la chica en
cuestión me debió de ver a mí como Alien, el octavo pasajero. Sí,
todos los típicos tópicos que uno se pueda imaginar si hablamos de rechazo
chico-chica, y que ya están inventados, me han pasado a mí, e incluso seguro
que alguno lleva mi nombre sin que yo lo sepa al estilo “Plantón Andrés”... hasta que un buen día
me dije: ¡Basta ya de sufrir! Y el que se plantó fui yo.
Y así fue, y así ha
sido… hasta ahora, porque nunca me ha gustado hacer el ridículo ni que me dejen
en él: suelo tener sentimientos que me diferencian de algunos humanos e incluso de casi todos los robots (no es el
caso de Terminator o Robocop, claro está), por eso esto que estoy
escribiendo y recordando al mismo tiempo espero que nunca jamás me vuelva a suceder.
Pero para entenderlo mejor y aprender de mis propios errores tendré que
regresar al jueves por la noche, a la ‘Fiesta Toga’. La primera conclusión, la
más severa, sería: “Con lo bien que
estaba en casa ¿Para qué fui a aquella bacanal? Si ya sabía yo que iba a ser un
desastre…” Pero uno siempre tiene esa duda existencial de “bueno, por dar una vueltecita tampoco me va a pasar nada”. ¡Ja!
Prosigo con la
explicación: Un poco detrás de la Facultad de Medicina, pero lo suficientemente
cerca como para que fuésemos a pie… vestidos de romanos, hay un campo de
fútbol, al lado o dentro de una Escuela de Ingeniería Técnica Industrial, si no
me equivoco, que fue el lugar elegido por los alumnos de Medicina para instalar la carpa que acogería el
evento, amenizado por el grupo Los Sencillos, cuyo hit ‘Bonito es’ tocaron hasta en 3 ocasiones: para empezar el
concierto, para acabar su repertorio y en el último bis, cuando tres
energúmenos en calzoncillos al estilo de los Cabezas huecas
invadieron el escenario al grito de… “¡Miqui, Miqui, Miqui!”.
Sí, éramos nosotros
tres: Alberto, Emilio y yo, siendo observados y juzgados ante la atenta e
implacable mirada de cientos (incluso miles) de 'compañeros', como sucede en el filme Network... y menos mal que
ninguno llevaba cámara de fotos para inmortalizar el momento; un público
asistente que lo que quería era entretenerse y emborracharse, y el
mini-espectáculo que ofrecimos fue más bien lamentable… aunque con un puntillo
de divertido. Y entre todas aquellas personas estaba ella: María.
María, como la prota
enamoradiza de West Side Story, como la institutriz rebelde de Sonrisas
& Lágrimas… María, de
L’Hospitalet de Llobregat: así se llama la chica en cuestión por la cual llevo tres días sin ir a clase, ya que estudia también
Periodismo. Confesaré que le había echado el ojo en clase, incluso diría que habíamos
cruzado alguna mirada furtiva, pero no pasé de un vergonzoso saludo de los míos
levantando las cejas e hinchando un poco los mofletes: soy así de simple.
Pues durante la ‘Fiesta Toga’ me pareció verla en un par de ocasiones, pero desapareció, y fue
después de nuestro pequeño incidente (la seguridad del recinto nos tuvo que
invitar a bajar del escenario ante el abucheo general) cuando ella vino a la
barra donde estábamos nosotros tres (asombrosamente como héroes de la noche para
el sector femenino de la velada) y me dijo: “Con lo tímido que eres en clase...
y no veas tú la que has liado. Por cierto, me llamo María”. A lo que yo contesté: "No te pienses que soy siempre así... Bueno, y me llamo Andrés".
Si jugásemos al Quién es
Quién costaría adivinar quién soy yo y quién es ella, porque ambos somos altos y delgados, tenemos el
pelo medio corto y de color castaño, llevamos gafas de pasta y nuestra nariz se parece más a
la Tom Cruise que a la de Brad Pitt. Bueno, y que yo soy un hombre y ella mucho más guapa que yo. Y fue de
este último de quien comenzamos a hablar cuando yo le dije que me encantaba el
cine y ella me preguntó si había visto Seven. ¡Como no! Menudo peliculón,
sólo superado por Pulp Fiction, bajo mi punto de vista, como el Mejor Film de lo
que llevamos de los 90’s (escribiendo de memoria y un poco confuso, aún, por
todo lo acontecido). Ah, bueno, y también se sale Sospechosos habituales, ese status social en el que acabamos de entrar a puerta gayola y por todo lo alto... lo alto del escenario.
Yo cada vez estaba más suelto gracias a las birras y sentía que conectaba con ella: mi Dragon Khan subía y subía, preludio de que pronto comenzaría la caída en picado y empezarían los chillidos y la gente empieza a taparse los ojos, pero mi estado eufórico distaba años luz del de Emilio, que se iba besuqueando con toda aquella muchacha que se le ponía a tiro. Mientras, Alberto hizo migas con la amiga de María; ésta es una norma no escrita entre nosotros: cuando alguno de los dos le presta más atención de lo normal a una chica, el otro, si hay amiga de por medio aunque sea igual de 'maja' que E.T. o Willow, hace las veces de cordial acompañante; y normalmente suelo ser yo el del papel secundario, pero en lo que llevábamos de noche me estaba mereciendo el Oscar al Protagonista... iluso de mí.
Yo cada vez estaba más suelto gracias a las birras y sentía que conectaba con ella: mi Dragon Khan subía y subía, preludio de que pronto comenzaría la caída en picado y empezarían los chillidos y la gente empieza a taparse los ojos, pero mi estado eufórico distaba años luz del de Emilio, que se iba besuqueando con toda aquella muchacha que se le ponía a tiro. Mientras, Alberto hizo migas con la amiga de María; ésta es una norma no escrita entre nosotros: cuando alguno de los dos le presta más atención de lo normal a una chica, el otro, si hay amiga de por medio aunque sea igual de 'maja' que E.T. o Willow, hace las veces de cordial acompañante; y normalmente suelo ser yo el del papel secundario, pero en lo que llevábamos de noche me estaba mereciendo el Oscar al Protagonista... iluso de mí.
Continuará…
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