23 jun 2012

E-piso-dio 016 · The Wonders

(07-12-1996) Acabo de llegar de la sesión de las 16 h.; he ido con mi hermana al cine Rex, muy cerca de casa, a la sala de arriba. Hemos visto The Wonders, que creo que está dirigida y escrita, además de protagonizada, por Tom Hanks, uno de mis actores preferidos de los años 80 gracias a sus comedias divertidísimas… ¡Y me ha encantado! Nos lo hemos pasado de maravilla. La historia va sobre un grupo de jóvenes talentos que comienza a abrirse camino en el difícil mundo de la música, y gracias a su mánager (Mr. Hanks) y a su éxito ‘That thing you do’ consiguen ser nº 1 en los Estados Unidos (o eso me ha parecido ver y entender, porque entre que estaba emocionado y eclipsado por la belleza de Liv Tyler… pues eso). Y como en la Universidad a mi hermana ya le pedían este curso un ordenador más potente para poder diseñar, pues ahora estoy escribiendo esto desde su habitación, entre posters de ‘Melrose Place’.
   Como siempre me pasa (o casi siempre, vamos) me he sentido reconocido rápidamente con uno de los protagonistas; en este caso el batería de la peli, que casualmente al final se queda con la chica: se hace llamar ‘Espartaco’. Lo curioso de todo es que en una antigua sensación me ha invadido durante una de las actuaciones del grupo (ficticio, claro): ¿Qué estará haciendo tal estrella en estos momentos, en la otra punta del Mundo? Me explico: Cuando iba al Instituto (bueno, del año pasado en retroceso), comencé a preguntarme sin venir mucho a cuento qué estarían haciendo otros músicos, actores o deportistas conocidos en el mismo momento en el que me hacía la pregunta. De hecho, hace unos años en verano, estando en mi villa de Benicàssim con Alberto escuchando los ‘Guns & Roses’ se me ocurrió preguntarle a él eso, que qué estarían haciendo Axl, Slash y compañía en ese instante, allí donde estuviesen. Claro, por aquel entonces no entendíamos muy bien (o no queríamos creer) que nuestros ídolos estuvieran metiéndose de todo en Miami, Los Ángeles o Las Vegas y desfasando a tope… y yo creo que por eso dejamos de hacernos ese tipo de cuestiones. Hasta esta tarde, cuando me ha venido a la cabeza sin más qué estarían haciendo los que salen en la película. ¡Uf! Y yo qué sé. Pues cualquier cosa: tomando el sol en la playa, ligándose a unas tías buenas o fardando de que la cinta está siendo un éxito.
   Y aquí estoy yo, en Castellón con mi familia. Esperando a que llegue mi madre de su pastelería para cenar todos juntos y después, seguramente, veamos el fútbol, porque aunque no me guste mucho a mi hermana le encanta y también nos lo pasamos genial en cada encuentro, ganemos, perdamos o empatemos. Lo digo porque creo que hoy dan un partido amistoso de La Selección contra Francia, y supongo que palmaremos porque los “gabachos” son muy buenos y tienen un equipazo: recientemente semifinalista en la Eurocopa de Inglaterra, que ganó Alemania, como siempre, esta vez en la cuna del fútbol. Nosotros, para variar, no pasamos de Cuartos de Final. Algún día la suerte tendrá que cambiar, digo yo, porque tampoco es que juguemos tan mal, pero es que o por los penaltis o por Salinas… decimos adiós. “Ja vorem”. Por cierto, las palomitas del cine estaban malísimas. ¡No sé como siempre acabo picando!

15 jun 2012

E-piso-dio 015 · Teen Wolf, 'De pelo en pecho'

(29-11-1996) ¿Hasta cuándo es aconsejable llevar chándal? O mejor dicho: ¿Cuál es la edad en la si llevas chándal a diario te miran como un bicho raro o se pueden reír de ti en tu cara? La respuesta creo que es ‘pasados los 17 o 18 años -como máximo-’ (a no ser que seas un habitual de los polígonos industriales... de noche y en fin de semana, es decir, con nocturnidad y alevosía). Cuando se acaba el B.U.P., y con él las clases de Educación Física (‘Gimnasia’ para los amigos), la gente, en su mayoría, no sé por qué extraño motivo pero deja de comprarse chándales, o como mucho se “agencian” uno bueno que ya les durará para toda la vida (salvo que la barriga dicte lo contrario), hasta que se jubilan, que entonces es muy “molón” ver a un veterano de guerra equipado con ropa deportiva, ¡claro que sí!, que se lo han ganado: ya toca descansar y disfrutar de las comodidades que nos da la vida… entre ellas el algodón de cintura para abajo (yo, personalmente, no recomiendo el maldito táctel, porque se puede caer en el error de que te confundan por la calle con un 'yonki').
   El ciclo de cine está siendo un exitazo, aunque debo confesar y confieso que ayer esperábamos más adictos para ver a los Ewoks y seguir haciéndose fotos con el Soldado de Asalto Imperial: en la sala habían algunas butacas vacías… cosa que solamente Alberto y yo tuvimos en cuenta puesto que el público asistente lo pasó por alto, pero por muy alto (vamos, tan alto que ni Sergei Budka lo saltaría con su pértiga). El motivo no fue otro que ver aparecer a Emilio con su chándal rojo Adidas y sus zapatillas a juego (pantalones, sudadera-chaqueta y deportivas)... que parecía un adolente de película de instituto americana de los años 80. Durante toda la emisión del Episodio VI pudimos observar que se hacían corrillos para hablar del tema… y nuestro compañero tan tranquilo, a nuestro lado, como si la cosa no fuese con él. De ahí que cuando llegamos a casa, y aprovechando que Emilio desapareció sospechosamente, Alberto, María, Lucía (su amiga) y yo no pudimos evitar debatir sobre hasta que edad es prudente ir en chándal a los actos públicos (y peor aún pareciendo uno de los Beastie Boys, que sólo le faltaban las gafas de sol, la gorra de lado y un reloj de cuco colgando de su cuello con una cadena de oro macizo). A todo esto, yo pienso que el modelito es espectacular y ya lo quisiera para mí, pero desde que este verano pasado yendo en autobús a Benicàssim me quedé medio-dormido y al despertar estaba medio-empalmado, por miedo escénico ya no me la juego a ir con ropa “desahogada” en lugares donde me pueda despistar porque… ¡ancha es Castilla!
   Y respecto a “nuestras amigas catalanas”, pues ninguna novedad novedosa-amorosa salvo que parece que, como dirían los americanos, Alberto ya está jugando en alguna "base" más que yo, que todavía sigo calentando banquillo con “mi querida” María. Y lo más raro de todo es que nunca menciona a su novio para nada… ¡¿Es normal?! Se supone que cuando uno o una están enamorados pues se llaman por teléfono para decirse cosas bonitas, y de repente suspiran si algo ñoño les recuerdan a ellos, y chorradas de esas que tan poquitas veces he experimentado… pero es que esta tía no me cuenta nada de nada. Igual de aquí un tiempo me dice que se casa y que si le puedo y quiero llevar los anillos. En fin… Menos mal que Alberto, que siempre está atento a mis silencios incómodos, cuando me ve que me quedo bloqueado que no sé que decirle a la muchacha, como mi mejor amigo que es, sale en mi ayuda y se las ingenia para que seamos los cuatro los que fluyamos en la conversación, ahora que parecemos parejas de dobles de tenis. Normalmente yo sigo callado, porque cuando esto me sucede me cuesta arrancar, pero no sé que haría sin él… siempre ¡al rescate!

8 jun 2012

E-piso-dio 014 · Tommy

(22-11-1996) Dos meses después de mi aterrizaje (utilizo este término por todo lo que he alucinado desde que estoy aquí) en Barcelona, hoy me he despertado-levantado a ritmo de los The Who, uno de los grupos preferidos de mi padre (y que estoy empezando a descubrir y a disfrutar muy a tope): primero ‘Won't Get Fooled Again’, luego ‘Who Are You’ y ‘I Can't Explain’, seguido de ‘Pinball Wizard’, para acabar con la melódica e irrepetible ‘Baba O'Riley’. Encerrado en mi habitación jugando a simular un viaje ácido de los que sólo puedo imaginar por lo que me han contado y he visto en la televisión y leído en los libros... Así hasta tres veces, “desfaenado” y rebobinando esta Cara A grabada por Alberto de los grandes éxitos de esta mítica banda británica. En nuestro pequeño hogar en el centro de la Ciudad Condal tenemos estas cosas, que somos muy de rachas y de repetir & repetir lo que más nos gusta hasta que pasamos a otra cosa... Pues eso, a otra cosa.
Que Alberto es un megacrack eso ya lo sé yo desde hace muchos (muchísimos) años… pero día a día me sorprende más. En la Universidad, en Comunicación Audiovisual, todos las temporadas ofrecen una beca a un alumno del departamento para que ocupe de una especie de ciclo de cine, y todas las semanas, los martes y los jueves por la tarde, se ocupe de proyectar in situ alguna película referente al autor escogido por el becario/a. Pues bien, nunca antes habían seleccionado a un novato de primer año para que fuese el encargado de llevar dicha enmienda y voilà… siempre hay una primera vez (o eso dicen). ¡¡¡Qué genio!!! Nunca hay que subestimar el poder de mi amigo puesto que se ha camelado a la tutora (¡y qué tutora!) y ha conseguido el puesto. ¡¡¡Empezamos ayer!!! Y lo digo en plural porque nada más enterarse que había sido el elegido me lo vino a contar y a pedirme, por favor, que le ayudase a prepararlo. Y claro, yo encantadísimo.
En una alarde de originalidad sin precedentes decidimos que el primer tema sería, nada más y nada menos que... Star Wars (en estos momentos sonaría la híper conocida música de John Williams, o como yo la llamo ‘La marcha nupcial espacial’), y ayer por la tarde proyectamos La Guerra de las Galaxias con un éxito atronador (por los aplausos, digo). El martes que viene será el turno para El Imperio contraataca y el jueves El retorno de Jedi. Y mucho tuvo que ver la aportación de Emilio, todavía emocionado, que muy orgulloso nos dejó su Soldado de Asalto Imperial blanco para amenizar el evento. ¡Y hemos triunfado, vaya si hemos triunfado!... más que Massiel en Eurovision; eso sí, la mayoría del público asistente se podría catalogar dentro del término frikis, pero encantadores… y encantadoras, haciéndose fotos con nosotros tres y el soldado. O únicamente con el soldado: es lo que tiene salir por la televisión. Después hasta nos fuimos con ellas a tomarnos unas birras a la cantina de la Universidad: ¡Vaya tela, tenemos hasta groupies! En fin, que sólo nos faltó acabar escenificar una épica batalla con espadas láser…
Yo, a petición de Alberto, le preparé para que él hiciese la presentación una especie de discurso, bastante sencillo pero que sintetizaba muy bien tanto lo que íbamos a ofrecer al público durante este 1996/1997 como el porqué habíamos decidido empezar con la trilogía de George Lucas; “Y que la fuerza os acompañe” tiene mucho filón como conclusión de cualquier charla-coloquio, así que... La gente hasta nos hizo preguntas, al estilo de una mesa redonda en un pequeñito salón de actos muy bien acondicionado... pero con una mesa rectangular de escuela, donde estábamos nosotros sentados con el público enfrente en unas butacas muy logradas. ¡Qué alu_cine! Emilio no dijo nada, sólo que el soldado era suyo, y se inventó que perteneció realmente a uno de los extras que aparecieron en las tres películas... es decir, a su padre. ¡Como siempre el que más ligó fue él!
Y ahora voy a darle la vuelta a la cinta, poner la Cara B y bailar frente al espejo haciendo que toco la guitarra como Pete Townshend, canto como Roger Daltrey y aporreo la batería como el fallecido (y genial) Keith Moon en ‘My generation’, mientras me preparo a coger el tren para irme a pasar el finde a Castellón junto con los ‘míos’ y comerme así un buen trozo de coca de tomate que me apetece un montón…

“People try to put us d-down (Talkin' 'bout my generation)”...
"La gente trata de ponernos hacia abajo (Hablando acerca de mi generación)"...