4 jul 2012

E-piso-dio 017 · Superman

(18-12-1997) Últimamente no he estado muy animado para escribir; bueno, ni para escribir ni para nada: me cuesta concentrarme, estoy desganado y, encima, poco inspirado. Sumergido en plenos parciales de diciembre (a falta del último, el viernes), con adornos navideños por las calles, yo pensaba que me iba a comer más feliz el turrón este año... universitario. Pero bueno, nada nuevo bajo el sol: cuando uno no es un cerebrito, como es el caso, no se puede compaginar todo y hay que elegir… y yo durante muchas semanas de este otoño he escogido ver cine en vez de estudiar y estudiar, día y noche (y por las tardes también). Ahora, la verdad sea dicha, se me ha acumulado la faena y voy un poquito a contracorriente, pero no me quiero sulfurar más: en un rato viene María a repasar y tampoco quiero agobiarla con mis penas e inseguridades. Yo nunca me he arrepentido mucho de lo que no he hecho, así que…
          Conclusión: A los parciales que no he ido ya nada hasta febrero, y referente a los trabajos que no he presentado para subir nota, pues eso, que no me la subirán (¡Con la falta que me va a hacer!). Pero esto ya se veía venir… lo veía venir yo y lo veía venir Alberto, y a los dos nos ha pillado el toro; pero que nos quiten lo “bailao”: ayer proyectamos Superman, dirigida por Richard Donner y protagonizada por el malogrado Christopher Reeve, y mañana la segunda parte, con un 'trío calavera' de malos malísimos contra los que luchará el bueno de the Man of Steel, como le llaman los norteamericanos.
          De todos modos yo nunca he sido mucho de estudiar (vendría a ser mi kriptonita particular) y he ido sacando los cursos sin destacar, pero tampoco con el agua al cuello (como el gran Paul Newman haciendo de Harper, detective privado), y tampoco he entendido esa gente que vive para machacarse continuamente. Asumo que yo pierdo muy fácilmente la concentración, y a veces tengo tantas ganas de acabar un tema para ver una peli o alguna serie que piso el acelerador para auto-engañarme de que ya lo tengo todo hecho, y no me he enterado de nada. Siempre me pasa.
          Y para colmo María se ha estado dejando caer por casa día sí día también, aprovechando que Lucía viene a ver a Alberto, para que repasemos juntos lo dado en clase, sin darse cuenta de una vez por todas de que yo esa no es la lección en la que me quiero doctorar… pero al final lo voy a dejar por imposible. Por ahora la cosa está en improbable, y de lo poco que le puedo ir sacando Alberto a Lucía, su amiga, sabemos que le caigo muy bien y que está muy a gusto conmigo, y que compartimos muchos gustos, tanto por el cine como por la música, y además el año que viene se van a venir las dos al FIB con nosotros dos… y Emilio, que ya se ha apuntado también, vengan los grupos que vengan. ¡De traca mix!
          O sea, que como la cosa siga igual de aquí al final de esta primera evaluación… mejor dicho, este primer semestre (que ya no estoy en el Instituto), puede que el número de asignaturas que apruebe sea directamente proporcional a los colines que me coma, ¡como no me espabile!; y aunque yo nunca he sido la alegría de la huerta ni muy de salir, tampoco me he comportado como un salido profesional yendo regalándome por las noches, así que más o menos tengo lo que me merezco: una impoluta reputación de buen chico… y el resto ‘Strangers in the Night, nananananá’
          Y referente a la Carrera (mejor dicho, a la titulación), pues en este momento no es que ande muy ilusionado, pero sí creo que llegaré a hacer cosas importantes en el mundo del periodismo. No tengo muy claro el qué, pero estoy empezando y esperanzado… ya veremos cómo continúa. Por ahora me siento más cerca de Clark Kent que de Superman, tanto en este mundo como en mi relación con María, que perfectamente podría ser como la que tiene el superhéroe cuando lleva traje y gafas de pasta con su compañera Lois Lane; al que todavía no he tenido el placer de conocer, más allá del día de la fiesta de Medicina, es al Lex Luthor de la película: su novio. Resumiendo: visto lo visto, las únicas ilusiones que me voy a ir haciendo son las de que en tres días estaré en Castellón con los míos para pasar la Navidad. ¡Y en el 97… a volar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué fue del verano del 96?